Biografía del autor

Nueva York, Estados Unidos, 1938. Formado en las universidades de Columbia y Princeton, cuenta con una extensa trayectoria académica desarrollada en las universidades de mayor prestigio de su país. Fue becario Fulbrigth y "fellow" del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Conductistas, y de la Fundación Rockefeller para las Humanidades. Recibió el Premio Nacional de Libro en 1975 y el Waldo Emerson en 1982 por sus obras Anarquía, Estado y Utopía (F.C.E) y Philosophical Explanations, respectivamente. En la actualidad es profesor de Filosofía en la Universidad de Harvard. Robert Nozick es uno de los pensadores contemporáneos más importantes debido a su intento de reformular la metafísica, la epistemología, la ética y la ciencia política. Su debate con rawls en este último campo revela la esencia de la contienda ideológica de Occidente en el siglo XX, que puede expresarse en el interrogante de cuál de los dos valores políticos supremos - la justicia o la libertad- debe predominar en una sociedad en el caso de que entren en conflicto. El primer libro publicado por Nozick, Anarquía, estado y utopía, fue interpretado por los intelectuales de la corriente neoconservadora y ultraliberal de Estados Unidos como el fundamento filosofíco-político de su propuesta. En él sostiene que cualquier Estado más extenso de lo que el autor denomina "Estado mínimo" es inmoral porque viola los derechos y las libertades de los individuos. El hilo conductor que guía toda la argumentación de Nozick sobre la fundamentación ética del Estado parte del principio básico de que las personas poseen derechos que no pueden ser vulnerados legítimamente. La única forma racional de justificar moralmente su existencia es la que excluye el carácter redistributivo de la función protectora del Estado como fundamento; es decir, Nozick ataca la idea de legitimar la alteración de las instituciones sociales para lograr mayor igualdad de condiciones materiales o mayor justicia. En este punto se centra su debate con Rawls, que afirma, por el contrario, que la justicia tiene el papel específico de legitimar lo que se obtiene, de tal manera que se beneficien los demás. Ambos autores coinciden, sin embargo, en que su última instancia el valor de la libertad es "anterior" al de la justicia.